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Dedicar tiempo y el amor hacia nuestros hijos


El amor, es un sentimiento muy profundo que experimentamos desde pequeños, hacia nuestros padres. El amor fluye de padres a hijos, y de hijos a padres. Como padres, podemos sentir que damos todo lo que podemos a nuestros hijos, y lo hacemos lo mejor que sabemos. Como hijos, podemos sentir a veces que lo que nuestros padres nos dan no es suficiente. Qué aún nos podrían dar más de lo que nos dan o nos han dado. 

“Es importante darle amor a nuestros hijos, incluso cuando estemos molestos con ellos por haberse portado mal o haber sacado una baja calificación en el colegio: El amor no está en cuestionamiento, siempre debe estar presente hasta en los reproches y cuando los reprendemos. De igual forma es importante sentir la reciprocidad de ese amor, esas expresiones de cariño de nuestros hijos hacia nosotros”.

“Papá y mamá deben buscar actividades divertidas que integren a la familia, en la que todos se sientan bien. Hay que tener mucho cuidado con la tecnología y los espacios a solas en la casa, mantener siempre un ambiente sano para los chiquitines, cuidando las palabras que nos decimos y fomentando las expresiones como “tú eres bueno”, “yo te quiero, “estoy orgullosa de ti”, “que bien escribiste tu nombre”. Este tipo de expresiones elevan la autoestima de los pequeños”.

El amor entre padres e hijos es casi 'inevitable', se aman de manera recíproca e irracional. No hay una explicación para ese amor. Pero cuidado, no estamos obligados a amarnos, no se puede forzar esa relación. El amor en familia es voluntario, comprometido y con bases sólidas. Las relaciones entre padres e hijos, a veces, están marcadas por desencuentros, frustración, culpa... que salen a la superficie en momentos especiales y que son difíciles de manejar.

El amor filial no nace de la nada. Hay padres que no han sabido amar a sus hijos, no han podido demostrarles su amor, cultivar los sentimientos. A lo largo de la vida no lo han hecho y ven las consecuencias al sentir el abandono, del que muchas veces son responsables. Sus hijos no están obligados a amrles. Tal vez sólo cuiden de ellos por un deber de humanidad pero nada más. Incluso hay hijos que desarrollan sentimientos negativos hacia sus padres y no pueden ni siquiera ayudarlos ante la necesidad.

Pero el amor también se aprende. A veces, los padres no han estado a la altura de las circunstancias, otras no han sabido transmitir el amor seguramente porque a ellos tampoco les enseñaron a amar. El amor no solo está en el fondo sino, también, en las formas. Debemos conocer cuál es nuestro caso particular.

Si la relación es insana, no saludable en nuestra vida debemos optar por no amarlas como parte del respeto que nos debemos a nosotros mismos. En este caso debemos permitirnos no amarlos, prodigarles, eso sí, actitudes cariñosas y atenderlos o cuidarlos en sus necesidades básicas. Esto último está relacionado con nuestro deber de reciprocidad y agradecimiento.

SIEMPRE ES TIEMPO DE AMAR

La calidad de las relaciones afectivas se ven condicionadas por la carencia pero se puede aprender a amar y para ello no hay un tiempo determinado. Siempre será mejor amar desde pequeños pero los mayores también están a tiempo y esto les permitirá tener una vida mejor, llena de cariño, afecto y buenos sentimientos.

Dedicar tiempo, escuchar, el respeto, las muestras de amor como besos, abrazos, palabras afectuosas, son imprescindibles en el amor. Además que el amor nos da seguridad, protección, ilusiona la vida.

En las relaciones con nuestros padres, el amor debe cultivarse, dedicarle tiempo, espacio, cariño. Algunas pistas para mantener esa relación son:

- Dedicarles parte de nuestro tiempo para estar con ellos y compartir ese tiempo no solo coincidir en el espacio físico.

- Prestar atención a sus necesidades, sus preocupaciones, penas y alegrías.

- Comunicarse, hablar, compartir cosas de la vida que generan un lazo entre las partes.

- Respetar al otro, sin reproches y sin esperar que cambie a nuestro gusto y parecer.

- Hacer sentir a la otra persona que es importante en nuestra vida con ternura y cariño, diciéndole 'te quiero', con muestras de cariño.

- Ser ejemplo en sus vidas.

- Disciplina. La disciplina es nuestro deber como padres eso nos garantizará un correcto crecimiento y una correcta ocupación humana.

- El te amo y el te quiero deben ser una rutina en sus vidas

- Potencializar la inteligencia y los diferentes talentos que poseen nuestros hijos.

- Cuando los niños están tristes no debemos descartar la posibilidad del por qué están así, hay que prestarle atención a la tristeza de nuestros hijos.